El tiempo pasa tan despacio en Sildavia que nos demoramos temporadas cada vez más largas en Klow, su capital. Y después de oler los sellos, el lacre, el papel envejecido, después de admirar la filigrana orfebre de sus colecciones sigilográficas, y pasar días como minutos aspirando la brisa de sus montañas, a pleno pulmón, sin mascarilla, regresamos, en eterna adolescencia, como el héroe de Hergé Ligeras de equipaje pero muy bien surtidas, decidimos echar en la maleta poco y bueno. -Un vaquero, una camisa, un suéter fino y otro más espeso. -Un bolso de piel con bandolera, (opción manos libres) que se convierte en cartera para la noche.  -Como abrigo, el que llevamos puesto: impermeable por un lado y pelo por el otro. -Nuestro único calzado, unas exageradas y comodísimas botas trotter. No puede faltar en nuestro equipaje, un poco de imagin...